lunes, 21 de noviembre de 2011

Introduccion

Antes que nada debemos dejar de lado los prejuicios, los jóvenes que huyen de su casa no son malos, no están perdidos ni han arruinado sus vidas, sólo están escapando. Si un joven huye de su casa es debido a las circunstancias que le toca vivir, debido a las presiones que sufre.

Un joven que huye de su casa, en casi todos los casos, ha tomado una mala decisión pero eso no lo convierte en nada malo. Sólo una víctima de las circunstancias. Para que esto no suceda, debemos enseñar a los jóvenes cómo enfrentar sus problemas en lugar de huir de ellos, incluso si sus problemas son sus padres. De esta forma ya no tendrán la necesidad de huir, no sólo de sus casas sino de cualquier circunstancia que se le presente en la vida. Usted es la fuente de las opciones.


Todos los jóvenes conocen a alguien que ha huido de su hogar
El principal problema de esto es que esa experiencia que en primera instancia parece una aventura es idealizada por los jóvenes. Parece una experiencia que merece ser vivida, una experiencia mucho mejor que la vida que están viviendo. Y no existe nada que pueda hacerles cambiar de opinión. Si usted lo piensa unos segundos también podrá encontrarse con la sensación que cualquier cosa que los quite de su rutina diaria será más emocionante. El espíritu de la aventura vive en cada persona, el secreto es hacer que ese espíritu se encauce en la dirección más indicada. 

No se los puede encerrar

Aunque muchas veces quiera construir un muro alrededor de la casa, debe dejar que ellos decidan si quieren quedarse o irse. Ellos deben saber que existe la posibilidad de irse de la casa, que las cerraduras están allí para dejar a los ladrones del lado de afuera no para encerrar a las personas que viven adentro.

Aunque esto le parezca algo difícil e incluso arriesgado es la única forma de hacerlos porque es la verdad. Si no lo hace así, potenciará la necesidad de huir. Porque las personas huyen cuando se sienten encerradas, si no hay encierro no existe la necesidad de huir.

Como padres, como adultos, debemos ser como una colchón para las caídas, una caja de consejos, herramientas que los jóvenes puedan usar para enfrentar el día a día pero no debemos ser ni cadenas ni candados. No queremos que se vayan y es imposible pensar en algo que puedan hacer para que los echemos. Pero esto es algo que ellos deben saber porque nosotros se lo decimos, de forma implícita por nuestros actos y de forma explícita por nuestras palabras. 
Los padres de jóvenes que han huido no son malos padres
Estadísticas realizadas recientemente indican que de los jóvenes que han huido de sus casas, sólo el 16% ha sido abusado física, emocional o sexualmente. Lo jóvenes que sufren de abusos tienden a permanecer en sus casas porque les resulta más difícil tomar la decisión de romper con el ciclo de abusos.
Pero éste es otro tema, que debe encararse desde un punto distinto. 

Cuando un hijo huye

Lo primero que debe hacer es llamar inmediatamente a la policía, no espere las 24hs indicadas, hágalo al minuto que se ha dado cuenta de que es así. Cuando hable con el oficial anote su nombre y apellido y un número de teléfono a donde pueda llamarlo.
Llame a todos los conocidos de su hijo y pida su ayuda. Busque en todos los lugares que su hijo suele frecuentar pero no deje el teléfono desatendido. Es posible que su hijo llame.
Entre en el cuarto de su hijo y busque por una pista que pueda decirlo donde ha ido. Revise su cuenta telefónica en busca de algún patrón, algún teléfono al que haya llamado en forma seguida en los últimos tiempos.